Por tus hermosos ojos
Datos de publicación (revista completa):
Publicación: Revista Albores Caipell
Año de publicación: 2021
Número | volumen: 1 | 2
Link de visualización: https://www.calameo.com/books/0066845029d8e1d703875
Cita: Izaro, S. (2021). Por tus hermosos ojos. Revista Albores Caipell, 2(1), 51-53. https://www.calameo.com/books/0066845029d8e1d703875
Samay Izaro Sami
Introducción. La historia es del género narrativo y la especie novela. Está escrito para un público juvenil. Su finalidad consiste en explicar a las personas que muchas veces se confunde el amor con la obsesión. Toda relación puede llegar a ser tóxica en algún momento, inclusive a casos extremos donde se comete actos insensatos e insanos como en esta novela ficticia. La obra literaria demuestra cómo algunos jóvenes no obedecen los consejos o las advertencias que sus familiares les brindan. La historia se lleva a cabo en un pueblo alejado de las ciudades, en Perú. Trata de un joven, llamado Erick, que, tras haber perdido a su prometida en un accidente automovilístico, comienza a extrañar su mirada tan tranquilizante, la cual lo enamoró. Sin embargo, no tiene que sufrir solo por su perdida y prospera locura, sino que también tendrá que lidiar con su hermana, a la que le diagnosticaron esquizofrenia avanzada. Ella insiste que las voces en su cabeza le piden que se haga daño, si no desea que las consecuencias las tenga que afrontar su hermano. Por tal motivo, él tiene que tener cuidado en todo; sin embargo, su mente es traicionera y hará que cometa actos horribles.
La literatura puede ayudar a los jóvenes contando hechos reales o ficticios. Gracias a esto, se dan cuenta de los errores que cometen o podrían llegar a realizar. Muchas personas aprenden de las anécdotas o historias ficticias de los libros, debido a que aprenden más en ellos que en otro lado. Esto implica que la obra sea de cualquier género. Aunque aparentemente esto está bien, no lo es, en la medida de lo posible; debido a que también deberían confiar en los consejos y advertencias de sus familiares.
Era otro día lluvioso en el cementerio, y como de costumbre, Erick fue a visitar la tumba de su amada prometida. Se podría decir que estaba completamente loco por ella, ya que no importaba la situación, el clima, el día, él siempre la visitaba ¾no hay nada malo en eso, pero… si en lo que hacía cuando llegaba¾. Todas las noches entraba al cementerio, con un par de ojos azules que sacaba del cuerpo de sus víctimas para ponerlos en el cadáver de su hermosa prometida. Cuando la miró, no se sintió satisfecho por su trabajo. Esa tonalidad de ojos no lo convencían, ya que los de su amada eran de un color azul más intenso.
—Otra vez fallé… ¿Cuántas veces van? ¾Se preguntó a sí mismo. De repente, escuchó la voz de su hermana.
—Debes calmarte, ya encontrarás los adecuados. Por cierto, es mejor que nos marchemos de aquí, los policías no tardarán en venir.
—No me interesa, tengo que encontrar sus ojos.
—Erick, date por vencido. Sabes que esto es una locura. Ya van cinco veces que lo intentas y no consigues el resultado que quieres. Lo mejor sería que te entregues a la policía.
—¡¡Jamás…!! ¡¡Tengo que hacerlo por ella!!
—No grites, me pones nerviosa.
Amanda agarró a su hermano por los hombros. Ambos escalaron el muro y corrieron hasta llegar a la casa de ella. Al llegar, se encontraron con un desastre en toda la sala. De nuevo, la ropa estaba tirada por el piso, los sillones estaban con arañazos, los cajones rotos y finalmente, vieron la sangre en las paredes.
—¿Qué te dije la última vez?
—No pude controlarme, ellos me dijeron que si no lo hacía…, te harían daño.
—Entiéndelo, hermanita, esos seres no existen, tienes que tomar tus pastillas.
—¡¡No soy esquizofrénica…!! ¡¡Ellos te harán daño si no hago lo que piden!!
—Hacerte daño a ti misma no me salvará.
Ella se enfureció, por lo que corrió a su habitación. Al momento de hacerlo, Erick notó la mancha de sangre que tenía en la espalda.
Suspiró frustrado y se dijo a sí mismo que debía encontrar la manera de ayudarla. Se quedó despierto toda la noche buscando sus pastillas; sin embargo, todo su esfuerzo fue en vano, esta vez las había escondido bien y sabía que no podía pedirle que se las diera, ya que la última vez que lo intentó, ella enloqueció, y gritó: “No estoy loca, solo quiero salvar tu vida, no importa que cueste la mía”.
—¿Qué se supone que haré ahora?
Poco a poco ese pensamiento se desvaneció, hasta que llegó la noche. Entonces, tuvo que ir a buscar a su nueva víctima. Debía encontrar esos ojos azules, no importaba nada. Pero esa noche, se sintió diferente, se le pasó una idea por la cabeza, así que rápidamente se dirigió a la cocina, tomó un cuchillo y fue al cuarto de su hermana, tocó la puerta suavemente, ella no tardó en abrirle, y cuando lo vio, se lanzó hacia sus brazos.
—Erick, no lo soporto más.
Él escondió el cuchillo y la abrazó con la otra mano.
—¿De qué hablas?
—Estoy harta, ya no quiero que vayas a buscar a Evelyn. Entiende, ella está muerta y estoy más que segura de que no querría que estuvieras matando para “recuperar” sus ojos.
—A veces hablas demasiado. ¡¡TÚ NO SABES NADA!!
—Lo digo por tu bien.
—Lo único bueno de ti…, son tus hermosos ojos azules, son… tan parecidos a los de Evelyn.
Sin pensarlo más, sacó el cuchillo y la apuñaló en el pecho, una y otra vez, hasta que su hermana no resistió más…, y murió. Erick solo podía ver la sangre en sus manos y ropa, finalmente lo había hecho.
Él estuvo pensando en matarla desde un principio, pero por el simple hecho de ser su familia… no lo hizo. Por lo que buscó un reemplazó. Sin embargo, todas las personas que asesinó a sangre fría y de las cuales arrancó sus ojos sin piedad, no lo convencieron lo suficiente, por lo que no soportó más. Tenía los ojos indicados conviviendo en la misma casa.
Erick salió corriendo, con los ojos de su hermana en mano. Llegó al cementerio, rápidamente escaló el muro y se dirigió a la tumba de su prometida.
—Otra vez, los malditos policías te encerraron.
Sacó la lápida con cuidado. Luego, lentamente, sacó la tumba. Para, finalmente, abrirla y encontrarse con el cadáver de su prometida. Él la contempló por unos minutos, hasta que le colocó los ojos azules de Amanda. Al hacerlo se alejó un poco, para contemplar su obra de arte.
—ESTÁS HERMOSA.
De repente, una sensación de satisfacción se apoderó del cuerpo de Erick. Entonces comenzó a reír a carcajadas. Nada lo podía parar. Era como si su cuerpo estuviera poseído. De pronto, una luz empañó sus ojos y él hizo un esfuerzo por distinguir. Cuando lo logró, se dio cuenta de que se trataba de la linterna de los policías.
—Oficiales, llegan a tiempo, ¿qué tal me quedó? Ellos se miraron entre sí, para luego sonreír.
—Lo hiciste bien, pero recuerda que aún te faltan sus entrañas, piel, boca, nariz, cabello y ropa.
—Estoy contento con solo tener sus ojos. De hecho, quería agradecerles por su cooperación.
—Descuida. Nosotros dos hicimos lo mismo por nuestras mujeres y nadie nos descubrió.
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